El diseño modular de estos propulsores permite a ambos motores, gasolina y diésel, compartir muchos componentes internos y ajustes mecánicos, lo que reduce la complejidad y simplifica la fabricación. Algunas de las ventajas para JLR son evidentes: menos costes de desarrollo y flexibilidad para reaccionar rápidamente frente a las necesidades del mercado. De hecho, estos motores podrán asociarse a transmisiones manuales y automáticas así como a sistemas de propulsión híbridos.
Una de las ideas de base detrás de los Ingenium, además de una modularidad extrema y un peso contenido (hasta 80 kg menos que un bloque actual de JLR), es la de reducir las fricciones internas del motor, donde se desperdicia una gran cantidad de energía, para así bajar los consumos.
En ese sentido cuentan con rodamientos de agujas en el árbol de levas y el eje de equilibrado, en lugar de superficies de apoyo mecanizadas, así como chorros de refrigeración del pistón con control electrónico para mejorar la eficiencia en el circuito de bombeo de aceite. Los chorros se apagan cuando ya no es necesario refrigerar el pistón. También permiten que el motor alcance su temperatura óptima de funcionamiento más rápidamente, lo que ayuda aún más a reducir las emisiones de C02.
La familia Ingenium también se caracteriza por equipar bombas de aceite variables con control electrónico (ahorran energía proporcionando la cantidad óptima de aceite a todas las velocidades, cargas de motor y temperaturas), bombas de agua variables con control electrónico (ajustan la cantidad de refrigerante en función de la temperatura, la velocidad y las condiciones de conducción) y un sistema de refrigeración doble que ofrece la ventaja añadida de reducir las emisiones de C02, ya que permite calentamientos rápidos y, en los días fríos, proporciona calor en el habitáculo rápidamente.
El primer motor Ingenium que entrará en producción será el diésel 2.0 litros denominado AJ200D, la fricción se ha reducido en un 17% en comparación con el actual propulsor.